Cuando los hijos fueron abandonado el nido,
la casa familiar se nos quedó demasiado grande.
Nos mudamos a un pisito y la habitación del flamenco
fue a parar a unas cajas que se almacenan en un trastero.
Antes tuve que digitalizar todo el material sonoro,
que guardo en un ACCESS,
con tres copias (por si acaso).
Y anoche,
nada más escuchar el tema,
se me vino a la memoria un fandango
de
que nos habla de lo natural de la muerte
y de lo imprevisto y arriesgado
de la vida al no saber a dónde nos llevará
el trasto que tenemos por cabeza.
Yo no le temo a la muerte
porque morir es natural.
Le temo más a la vida
porque yo no sé a donde voy a llegar
con esta cabeza mía.
Salud y libertad para todos
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