del
viaje de novios
fue
cambiada por un
seiscientos.
Era
de quinta o sexta mano,
tenía
más kilómetros que el baúl de la Piquer,
se
calentaba más que el rabo de un cazo
y
estaba más tiempo en el taller que circulando.
Si Antonio Lucas conserva el suyo tendrá sus razones;
pero
yo, si no lo cambio, me arruina para toda la vida.
se
quedaron cortos en la sevillana
“Los Domingueros”
cuando
dicen:
Llegamos a la playa
con el seiscientos
y como las sardinas
fuimos saliendo:
los niños, la señora y
hasta la abuela
y yo sacando bultos
como una fiera.
Salud
y libertad para todos
y un
abrazo,
con la envidia más sana del mundo,
para los que estáis en el estudio.
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